noviembre 28, 2018 0 Comentarios
Los cristales son seres vivos del principio de la creación. Todas las cosas tienen una frecuencia y una vibración. — Nikola Tesla
El más antiguo de los reinos, el mineral, nos regaló una de las piedras más significativas que conocemos en la actualidad, el cuarzo. También llamados ‘cristales’, la piedra de cuarzo es un mineral abundante en la Tierra, si no es que el más. Su composición de agua, arena y sílice (lo que le da sus diversas tonalidades) lo hace un mineral muy particular, pues se distingue de otros por su dureza y resistencia. En el terreno de lo espiritual y prácticas de sanación holística, el cuarzo está considerado como un regalo de la naturaleza a los hombres; son amuletos y guías para la restauración espiritual. Por ello son muy valorados en terapias alternativas y como protectores del equilibrio físico, mental y emocional de quien los posee.
Hoy quiero dedicar esta entrada a los cuarzos y su poder de sanación. Puedes creer en ellos o no. Las líneas que hoy leerás aquí no pretenden más que acercarte al conocimiento de una piedra que trabaja con la energía, la propia sobre todo, para allanarte el camino hacia tu paz interior, así como lo hacen conmigo. Te comparto una primera entrega de todo lo bueno que he descubierto con los cuarzos. Es mi regalo de hoy para ti.
Los cuarzos tienen una misión muy específica: realinean la energía y disuelven los bloqueos y alteraciones para que ésta fluya libremente. ¿Cómo? Leyéndonos. Un cuarzo detecta nuestras frecuencias energéticas y las alinea para vibrar siempre en positivo desarrollando una cadena de consecuencias que continúa con curar el aura, equilibrar los centros energéticos y propiciar el amor. Todo esto nos conducirá a la sanación, pues los cuarzos son un vehículo por el cual la energía se purifica, y por lo tanto, nuestros pensamientos y formas de actuar se verán mejor encausados si nuestras frecuencias energéticas están en armonía. Recuerden, somos energía.
¿Cómo es que los cuarzos pueden sanarnos?
En primer lugar, no hay que perder de vista que todos los cristales que nos regala la naturaleza son elementos sanadores. Al formar parte de un todo natural, ellos y nosotros estamos conectados. Su naturaleza química tiene espejo en el cuerpo humano, a este contacto entre los cristales y nosotros se le llama resonancia; por ello, al utilizar cristales sobre el cuerpo, su vibración estimula nuestro campo energético y comienza una interacción entre ambos, específicamente de ellos con nuestra propia energía para ‘sanar’ lo que no está en ‘orden’, y con ello, elevarnos a un plano superior.
La magia de los cuarzos está en su vibración. Es la que te transmiten cuando los posees y la que hará el trabajo con la tuya y tu propia energía. En su memoria se guardará tu información, cómo vibras y lo que transmites, por eso, cuando trabajas con ellos, es importante limpiarlos antes de utilizarlos, pues tienden a cargarse y absorber la energía (positiva y negativa) del entorno y de los demás.
Cada piedra o tipo de cuarzo tiene una propiedad o cualidad que la distingue y es con ella que actúa sobre nuestra vida. Pero es un trabajo particular, pues las piedras no tienen los mismos efectos en las personas y actúan de acuerdo con la energía de cada una. Esto es de las cosas que más me gustan, porque aunque existan miles de cuarzos, el que poseas estará destinado sólo para ti, es como si esa piedra te eligiera para hacer su trabajo contigo. Lo máximo.
Ahora sí. Los cristales actúan sobre nosotros activando nuestra propia capacidad de sanación. ¿Cómo? A través de expandir nuestro campo energético. Cuando éste se abre no deja espacio a la negatividad, la rechaza. Poseerlos o tenerlos cerca los convierte en una fuente que irradia luz, belleza y estímulos positivos en el entorno más próximo. Cuando armonizamos con un cuarzo es como si todo nuestro ‘yo’ se integrara en armonía y la luz del cristal inundara nuestra propia conciencia.
Si estamos bien en espíritu, lo estaremos en el plano físico.
Con los cuarzos hablamos de sanación y no de curación. Ésta última es externa, viene de fuera con remedios y aparece para tratar el efecto del padecimiento. La sanación es interior. Tiene que ver con el origen y la causa por la que nuestro cuerpo físico se deteriora. Se trata de uno con uno: “sólo cuando sabemos la causa estamos preparados para soltar el dolor”.
Ya desde la antigüedad se sabía del poder de sanación de los cristales, sus propiedades curativas y su concepción como vehículos de energía. De toda la vida los hombres se adornaban con cristales convertidos en joyas. Ahora, la forma de llevarlos no ha cambiado mucho. Si utilizas un cuarzo como elemento de ornamentación sobre el cuerpo, no permitas que lo toque alguien más. Estos son repositorios de tu propia energía y te ayudarán a conseguir claridad mental, estabilidad emocional y equilibrio físico.
Si los posees en tu casa, colócalos sobre una mesa o esquinero. Ayudarán a eliminar las energías negativas y a neutralizar el ambiente; además, sirven para proteger, armonizar y estimular a las personas que circulan por el lugar.
“Lo más importante es tratar a nuestros cristales, no importa la forma en la que los utilicemos, con amor y respeto”.
La aplicación más común de sanación con cristales es a través de colocarlos sobre los centros de energía del cuerpo, los chakras, para que actúen como canalizadores de la fuerza vital y la energía que cada uno poseemos.
¿Cómo actúan sobre los vórtices de energía de nuestro cuerpo? ¿Cuáles son los cuarzos más conocidos y sus propiedades sobre nosotros? Es la segunda entrega de esta entrada sobre el poder de sanación de los cristales. Por hoy, termino con la lectura de un cuarzo:
Los cristales contribuyen a nuestro trabajo interno de crecimiento. Cuando los vemos por fuera, es como si se mostraran ante nosotros para que nos armemos de valor a mirarnos por dentro.
Esperen las siguientes entregas.
Gracias por leerme,
Khris.
REFERENCIAS
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