noviembre 27, 2018 0 Comentarios
Había retrasado esta entrada porque -como muchos de ustedes, imagino- no me sentía con ánimos de volver a la vida normal (?) después de los sismos ocurridos en el país, y especialmente, en la ciudad de México.
Siendo completamente honesta nunca imaginé vivir algo así. Son ese tipo de cosas que crees que no te pasarán aunque sepas que ocurren. Y pasó. Y nos sacudió. Y fue lo peor (y mejor) que nos pudo pasar. Es cierto eso de que las tragedias te dan un puñetazo de realidad en la cara, y éste venía cargado de muchos matices de México, de la vulnerabilidad humana ante la naturaleza, de corrupción a causa de un gobierno indiferente, pero también, de un sentimiento de comunidad y ayuda de unos a otros por ser nada más que mexicanos.
Han transcurrido dos semanas desde el #19S, poco tiempo para reconstruir(se) negocios, casas, pero sobre todo, espíritu. Primero, para intentar vivir sin miedo “de lo que (me) pudo pasar”, tratando de soltar esa sensación de peligro. Dicen por ahí: Dando un paso adelante pero siempre mirando atrás para estar alerta; y segundo, para vivir sin culpa porque no te pasó nada.
Siento que ésta es una sensación generalizada entre los que, afortunadamente, salimos exentos de daños físicos y materiales. No importa si ayudamos a remover escombros, llevamos comida a rescatistas, víveres a centros de acopio o hicimos alguna donación en línea. Pasa que nos sentimos culpables de retomar la vida que otros ya no tienen.
¿¿¿Culpa??? ¡Sí! Después de algunos días del sismo me di cuenta que no era la única que tenía este sentimiento. Leí en muchos muros y tuits de mis amigos que se sentían egoístas por comenzar a mirar a otro lado cuando todavía hay mucho por hacer allá afuera. Pero es que nadie nos enseña cómo continuar sin ser ajenos a una situación como ésta. Esto, sumado a la intranquilidad de caminar y pensar que un edificio va a colapsar, malas noches de sueño por mantenerte alerta y alteraciones repentinas por posibles alertas sísmicas, nos ha llevado, al menos a mí, al límite del desgaste físico y emocional.
Claro que no puedes hacer la vista a otro lado así como así; las noticias continúan y las redes sociales nos recuerdan cada día que, aunque la emergencia ya pasó, la reconstrucción de la ciudad y los estados afectados nos va a llevar meses, o años. Sólo les quiero decir algo: La vida cambió porque nos cambió desde la raíz, como amigos, como ciudadanos y como seres humanos, y sólo hasta que cada uno de nosotros comprenda de qué manera, en mayor o menor grado, lo cambió, podremos encontrar tranquilidad. No me refiero a alcanzar un estado superior de satisfacción, sino a estar bien sabiendo lo que hicimos por los demás.
Pero, ¿y luego qué sigue? ¡Tu vida!
Hoy se anunció al Premio Nobel de Literatura 2017: Kazuo Ishiguro. Les comparto esto que dijo y atinadamente leí: “¿Qué es lo más importante para los seres humanos cuando se dan cuenta de que el tiempo se acaba? Cuando sienten que están atrapados se vuelven importantes las cosas, como la amistad y el amor”.
A ti que estás leyendo esto, gracias, porque personas como tú nos hacen creer de nuevo en la amistad y en el amor cuando nos sentimos atrapados en la adversidad.
septiembre 09, 2024 0 Comentarios
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